La Cardiología pediátrica es la subespecialidad que se encarga del estudio, diagnóstico y tratamiento de las cardiopatías congénitas,
es decir las enfermedades del corazón que se adquieren desde la etapa fetal hasta la adolescencia, así como las cardiopatías que
se adquieren durante la edad pediátrica.


La palabra congénito implica que es un problema que existe desde el nacimiento, el cual puede tener un origen en problemas genéticos,
factores ambientales, infecciosos o ser multifactoriales.

La gran mayoría de las cardiopatías congénitas requieren de un estudio minucioso y una de las herramientas más útiles es la Ecocardiografía,
que consiste en un estudio ultrasonográfico detallado del corazón, lo cual requiere una formación extra, es decir, al concluir la subespecialidad
en cardiología pediátrica se puede realizar un Posgrado de Alta Especialidad en Ecocardiografía Pediátrica para poder realizar en forma más
detallada este tipo de estudios.


Las causas más frecuentes de consulta son:


 Soplos: que pueden ser una manifestación clínica de una cardiopatía congénita o adquirida
 Cianosis: es la coloración azulosa o morada que adquiere la piel y su origen puede ser una enfermedad cardiaca
 Dolor precordial o dolor de pecho: parte del abordaje de este tipo de dolor requiere descartar enfermedades del
corazón como valvulopatías, arritmias, etc.
 Síncopes o desmayos: Algunas de las causas de estos eventos pueden tener su origen en trastornos graves del corazón
 Palpitaciones: que se pueden definir como la sensación poco placentera de percibir los latidos del corazón ya sea más
rápidos, irregulares o muy fuertes que pueden indicar problemas en el ritmo del corazón o lo que se conoce mejor como arritmias que requieren un estudio detallado,
ya que en algunas ocasiones pueden ser trastornos muy delicados.


Existen también otros padecimientos congénitos o adquiridos que pueden dañar el corazón o se asocian fuertemente con alteraciones
cardiológicas y que requieren ser valorados por un cardiólogo pediatra como:


 Hijos de madres diabéticas o con lupus
 Niños con diversos síndromes (Down, Marfan, Duchenne, etc)
 Ciertas infecciones (Enfermedad de Kawasaki, fiebre reumática, etc)
 Niños que reciben quimioterapia