La forma en que los niños responden al estrés depende en gran medida de su temperamento.
Un niño reservado y tímido tiene más probabilidades de estar ansioso. Cuando las cosas no cumplen con sus expectativas, puede mostrar signos tales como volverse más controlador, necesitar que las cosas sean «así» o tener grandes crisis. Un niño más intenso, impulsivo o extrovertido podría reaccionar de forma exagerada ante frustraciones menores. Es posible que utilice más su cuerpo para expresar frustración (como al empujar o golpear) o que use más insultos.
Las emociones son complejas. Una forma de ayudar a los niños a comprenderlas mejor es enseñándoles las «zonas de color»:
- azul = triste/aburrido
- verde = tranquilo/concentrado
- amarillo = ansioso/juguetón/agitado
- rojo = enojado/asustado/fuera de control
Hable sus propias zonas emocionales
Cuando se encuentre en la zona amarilla, hable de cómo se siente. Luego diga qué está haciendo para volver a la «zona verde» e invite a sus hijos a hacerlo con usted. Los niños aprenden mucho viendo a los padres y cuidadores resolver sus propios problemas emocionales
Descargue su energía
Los niños suelen utilizar actividades sensoriales o movimientos corporales para canalizar sus sentimientos, como por ejemplo al saltar en un trampolín, recibir un abrazo, mirar sus libros favoritos o escuchar música
Canalice las emociones a través del juego
Es bueno etiquetar con palabras lo que cree que sienten, pero también darles algunas oportunidades para manejar sus sentimientos sin esas etiquetas. Esto puede ser dibujando, disfrazándose, jugando con muñecas o animales de peluche, o creando música que coincida con sus sentimientos
Fuente:healthychildren.org